lunes, 4 de agosto de 2008

Empezar a "volver"

De Bahia a Rio Grande do Sul (estado brasilero fronterizo con Uruguay) hay un trecho largo. Muchas horas de carretera. Empieza a urgirme salir del paìs porque quien sabe por què motivo no me dieron 90 dìas de visado sino la mitad. Aunque tambièn ya he tenido bastante de Brasil -a pesar de haber visto muy poco. Tiene lindos lugares y buenas frutas. Pero me cansè del arroz con feijão y las complejas desigualdades. Acaso me pesan los kilometros del viaje y se alargan los kilos de la mochila. Asi que decidi volver con paraditas... La primera en Itatiaia, un maravilloso parque natural entre Rio y São Paolo. Es tipo Montseny, pero a escala americana, cubierto de mata atlàntica. Aunque parezca increìble, por primera vez en todo el viaje pude hacer cumbre! y tres en uno... por la trilha dos tres picos. Sol y buen tiempo, como decidiò la asamblea de majaras. La palabra verde se queda corta para definir las tonalidades que vi en la mata, en su interjuego con los rayos del sol. Oi y vi miles de pajaros cuyos nombres soy incapaz de recordar. Desde arriba, vistas espectaculares sobre el valle del Paraìba, y una fina capa de contaminaciòn recordando que el parque natural es el pulmòn de la cidade do aço (ciudad de acero), que alberga la mayor siderurgica del continente. Es por ese motivo que por ac`+a pasa uno de los unicos trenes de Brasil (obviamente, solo mercancias). Cèia, la mujer del camping, nos apadrino a mi y a un italiano-ale màn, preparandonos una cena con cariño para los viajeros solitarios...
Un par de noches curtiendo la tranquilidad del parque, y de vuelta a la ruta. Hasta Porto Alegre. Allì esperaba encontrarme con Pati, una compñera de la uab, pero resultò ser que se habìa mudado de ciudad y de estado... Asi que me encontre con la ciudad. En Porto Alegre se respira otro aire. Màs europeo? Lo poco que vi me violentò menos que otras ciudades brasileras. Algunas curiosidades? Un mercado maravilloso, muchas iniciativas culturales, mergulho por librerias de viejo y bibliotecas populares... y una tienda de la reforma agraria (donde vendìan productos de la tierra de los sin tierra).
Y me despido de Brasil con un granito arena de los "Capitães de areia" de Jorge Amado... (sobre los niños de la calle, a principios del S. XX)
Despuès Sin-Piernas se quedò mucho tiempo mirando los niños que dormìan. Alli habìa màs o menos cincuenta niños sin padre, sin madre, sin maestro. Tenian la libertad de correr por las calles. Llevaban una vida no siempre fàcil, arreglando algo de comer o que vesir, ora cargando una maleta, ora hurtando carteras o sombreros, ora amenazando hombres o a veces pidiendo limosna. Y el grupo era de màs de cien chicos, pues muchos otros no dormìan en el allmacèn. Se esparcìan por las puertas de los rascacielos, en los puentes, en los barcos, o en la arena del Puerto de la Leña. Ninguno de ellos se quejaba. A veces morìa uno de una molestia que nadie sabìa tratar. Cuando morìa venìa el padre Josè Pedro, o la mano-de-santo Doña Aninha, o Querido-de-Dios, por si le podìan conseguir algun remedio. Nunca, aun asi, era como un niño que tiene casa. Sin-Piernas andaba absorto en sus pensamientos. Y pensaba que la alegrìa de aquella libertad era poca para la desgracia de aquella vida.
(...)
Todos buscaban cariño, cualquier cosa fuera de aquella vida: Profesor en aquellos libros que leìa la noche entera, Gato en la cama de una mujer de la vida que le daba dinero, Pirulito en la oraciòn que lo transfiguraba, Barandão y Almiro en el amor en la arena del puerto.
Sin-Piernas sentìa que la angustia lo tomaba, y que era impsible dormir. SI durmiera volverìan las pesadillas de la càrcel. Querìa que apareciese alguen a quien pudiera torutrar con palabras. Querìa una pelea. Penso en ir a prender un fosforo en la pierna de alguno que durmiera, pero cuando vio la puerta del almacen sintio simplemente pena y unas ganas locas de huir. Y saliò corriendo por el arenal, corriendo sin rumbo, huyendo de su angustia.

No hay comentarios: