miércoles, 13 de agosto de 2008

Sentirse en casa...

Sentirse en casa es fácil cuando una está efectivamente en casa. Aun así, cuando una viaja, qué necesita para sentirse en casa? Igual calma y tranquilidad, un espacio que ocupar sin sentirse molestando a nadie. Invadir de presencias, imágenes o músicas. Un sofá en el que tumbares y poner una foto en la pared o saltar la canción que esté sonando. Pro igual todo eso tiene que ver con un espacio. Ese espacio que sentía buscar cuando llegué a Buenos Aires. Las ganas de compartir con la familia bonaerense me daban prisa. PIsé Montevideo y en menos de 24 horeas ya cruzaba el Río de la Plata. Aterricé en casa de Lili, pero en breve hice una mudanza ni siguiera planificada a Boedo, que vendría a ser como "El castillo" de toulouse pero a la porteña.
En Plaza de Mayo me reencontré con Jesús y su hermano Fermín. Otro militante de la vida, cómico y dulce. Ambos hermanos son un espectáculo andante, olvídense del teatro o las películas. Visitamos a Regazzoni, un escultor de chatarra, un artista de la soldadura e imaginación liberada que combina aviones y renes descuartizados para dar vida de acero a un sinnumero de animales, insectos u objetos.
Estar con este par de dos y sentirese en casa fue instantaneo. Despues de darle algunas vueltas decidi que si sentirse en casa depende mas de la gente que del lugar, que me iba con ellos...
Pasamos una semana en el torbellino cultural y social de la capital, y en el caos de su transporte (salvado por la guia T, que desentrama la maraña de colectivos para llegar a algun lugar). A veces sí hay donde llegar, como un espectáculo que te deja boquiabierta (Zaranda -Los últimos, los que ríen; Títeres)un cine, un tanguero en un bar con historia, un dentista en la boca, unas madres en Plaza de Mayo, un asado en la terraza, o una bolsonera artesanal en San TElmo.
Entre las cuadras de miles, los miles de cuadras, y los colectivos a cienes y los cienes de colectivos quedan pequeñas islas para el discurrir de lo humano. Lo bueno, lo feo, lo complejo. Encuentros y desencuentros se mezclan en el privilegio de verlo todo desde fuera. Todo cabe.

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