martes, 18 de marzo de 2008

"andando por La Alameda"

Santiago de Chile. 16, 17 y 18 de Marzo

“Deje salir”. “…”. Órdenes y más órdenes. Es lo que dicen la mayoría de los cartelitos del metro de Santiago. El cúmulo de imperativos y de gentes tornaba agobiante el ambiente. Encontrar un albergue parecía misión imposible, hasta que Claudia dio con Che Lagarto, justo delante de la estación de Los Héroes, donde habíamos empezado la caminata-búsqueda.
Teníamos dos rutas diferentes, una propuesta por Marco (de Valpo) y la otra por Sebastián (del Che Lagarto). Por lo que nos comentaron, parecía que hablaran de dos ciudades diferentes! Intentamos una y la otra, con más o menos acierto. Vaya, que vagabundeamos por Santiago.
Paseamos por La Alameda sin saberlo. Yo andaba buscando “La Alameda” de Ismael Serrano, imaginando un parque de álamos… Pero no había rastro de ninguna alameda como la imaginada. Mi sorpresa fue descubrir que no era ningún parque, sino la avenida por la que anduvimos la mayoría del tiempo, la Avenida del Libertador Bernardo O’Higgins… Delante de “La Moneda” nadie tarareó a Jara, pero el lugar, y un Allende petrificado me pusieron los pelos de punta.

Paseando por el centro no sabíamos si estábamos en una ciudad europea o en una ciudad más europea que la propia Europa (como más mediterránea que cualquier pueblito pesquero es la aldea mediterránea de Por Aventura). Respiramos hondo en el cerro de Santa Lucía, una especie de reserva botánico-arquitectónica (de aires gaudinianos) resaltada por el relieve. Allí descubrimos una “plaga” de enamorados. Parece que éramos el único par no-pareja del parque. Me encantó el verde, para refrescar la vista de tanto cemento, y las vistas panorámicas de la ciudad, con los Andes como telón de fondo…

El Mercado central es un encantador mercado con estructura metálica y un montón de lugarcitos donde se puede comer... adivinen... cocina de mercado! Me encanta porque en muchos lugares el nombre del bar, como en Catalunya puede ser "Can August" o "Ca l'August" aquí es "Donde Augusto"!


El barrio de Bellavista es el centro más bohemio y quizás más fiestero de Santiago. Los pintores (de paredes) olvidaron la compostura y dieron rienda suelta a la imaginación, de tal forma que cada fachada tiene su/s color/es y/o sus diseños. Puedes encontrar un mosaico en el suelo, o media bañera antigua como banco público, bares de copas antes que anochezca y artistas trabajando en la calle o en las paredes. Nos refugiamos en el Garlic, un barcito alejado, para cenar la despedida. De Los Héroes salió el bus para Mendoza para que Claudia continuara allí su viaje, y yo el mío todavía en Santiago.
Santiago me deparaba todavía dos agradables sorpresas. La primera, el Museo de Arte Precolombino. Allí reconocí vasijas de las que Karina nos había mostrado en el Noroeste Argentino hace casi tres años, y descubrí la fascinante cultura de los Moche, en una exposición sobre su cultura y el culto a la muerte y el sexo. Nunca imaginé escenas rituales eróticas plasmadas en cerámica. La rabia por el sexismo m@chista se compensaba con la curiosidad por la forma de entender el poder, la muerte y el sexo. Cuando moría un gobernador, el pueblo entero se sumergía en bacanales de sexo infértil (de todo menos amor y reproducción) para ayudar al tránsito del gobernador entre el mundo de los vivos, el mundo de los muertos y el mundo de los ancestros.
La siguiente sorpresa fue más inesperada. Justo el día en que me iba pude hablar con Rodrigo y comimos juntos antes de ir hacia el aeropuerto. Me encontré con un Rodrigo más serio que el que se fue de Barcelona en diciembre del año pasado, supongo que por las largas jornadas de trabajo. Me hizo mucha ilusión que finalmente pudiéramos vernos.
A las dos horas de almorzar con Rodrigo ya estaba cruzando los Andes… cuánto territorio inexplorado. Es difícil encontrar (al menos desde el aire) la traza de algún sendero que indique el paso de alguien. Me sobrepasa su magnitud y me sorprende lo inexplorado de su territorio.

1 comentario:

titis dijo...

ai ai ai... caro