Necesitaba salir de Temuko. Salir de la ciudad, salir del Robertáculo, donde la vida se anclaba en la actividad social constante (fuera debate, política o arte). Al acercarnos a la cordillera se me iba dibujando una sonrisa en la cara. La altura, el paisaje agreste. Rocas caprichosas y vientos fuertes. Las primeras nieves. Temuko-Lonquimay- Pedregoso- Paso del Pino Hachado entre buses y dedos. La aventura empezó después en Pino Hachado, el paso internacional entre Chile y Argentina. Un par de argentinos nos levantaron, más preocupados en empinar el codo que en manejar. Con el hielo y el viento blanco de la cordillera, aprovechamos que el conductor bajó a por tabaco para quedarnos a conocer un "loco" que regentaba el restaurante "Águila Mora", deseando qeu nos ofreciera un techo donde dormir. La velada terminó bien surrealista. Empezó con un guiso de mara (liebre patagónica) y un vino, y terminó con guitarreo y canciones de otros tiempos. Alejo -el dueñodel restaurante- ha vivido del esquí, y a sus 55 se retiró a Pino Hachado, montando un pequeño restaurant entre bosqeus de araucarias y paredes basálticas. El invierno no da tregua en este paraje. Viento patagónico y nieve de cordillera. Sin cesar. En la cena estaban invitados también Lucas y los hijos de Hernán...
Lucas, porteño, acaba de venir a pasar el invierno con Hernán, otro "loco" que en 2001 se instaló con 2 cabañas y 30 huskies a probar suerte en el monte. Como es territorio de veraneada mapuche, igual tienen sus conflictos, pero todo parece andar sobre ruedas... o mejor, sobre trineos.
Y a la carretera otra vez. Dedo entre paisajes nevados...

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