Dos días más de dedo. Sol, carretera, y la esperanza que el siguiente coche/ camioneta/ camión nos levante. Estar fuera de la ruta de la Lonely hace que desacumulemos puntos pero también que el tráfico sea menos denso y bajen las probabilidades de transporte...
Tiempo para leer y conversar. Y de nutrirnos con nuevas conversaciones con los conductores que amablemente nos levantan, con los paisajes y los últimos cielos patagónicos. Recorrimos toda la región de Neuquén. Un alemán-canadiense petrolero nos acercó de las Lajas hasta el medio del desierto (cerca de Chos Malal)m de allí llegamos a Buta Ranquil en la parte trasera de un pick-up. Dormimos en el desierto de estepa rodeados de volcanes (Tromen, Domuyo...) y de pozos de petróleo. Una furgoneta de decibélicos pasodobles a nuestra salud nos dejó en Barrancas. Finalmente, un atrotinado coche nos cruzó de provincia. Dejamos atrás Neuquén para entrar en Mendoza. Superamos los tramos de ripio de la 40 (sí, otra vez la ruta 40).
El agro sigue en combate, las rutas siguen cortadas, los conflictos sin resolver, el desabastecimiento en aumento y los precios acelerándose (sobretodo el del petróleo). Dormimos en el albergue de Juan. Él es la ´n-ésima persona con que nos cruzamos que ha encontrado su lugar en el mundo. Cuando nos relataba su historia casi me saltan lágrimas de alegría. Finalmente todo me lleva a pensar que las personas qeu encuentran su lugar en el mundo lo hacen porque son capaces de atarse más a una idea que al dinero. Sonará romántico, pero así es. Quizás hay cosas que simplemente no tienen precio. Como el amor del Chino por el mar (Mehuin).


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