domingo, 29 de junio de 2008

Llegada y partida de Buenos Aires;;;

-Señorita, a dónde va?- preguntó amablemente el chico que colocaba las mochilas en la bodega del autobús, en Retiro (Buenos Aires)
-A Río- dijo mi voz, y al oírme empecé a hacerme a la idea.
Lo sentí como el fin de un trayecto. Irse de un lugar y llegar a otro son las dos caras de un mismo viaje. Aunque hasta ahora, lo aprendido no es poco. Ante todo, viajar para conocer –en lugar de trasladarse para ver-,m cerrando la guía y abriendo la mente, preguntando más y escuchando bien, observando más allá de la belleza y leyendo lo que el paisaje esconde entre líneas. Al fin y al cabo, quizás sea el giro del viaje turístico al viaje social (o político). Viajando con Jesús el viaje era así. El viaje continúa. Viajar sin tiempo, y sin “tener que recorrer” largas distancias. Adaptarse al ritmo humano, que ve cambiar lentamente el paisaje. No se trata de andar sin criterio, sino de estar abierto a lo que surja. No me gusta creer en el destino, pero admiro la sucesión de casualidades que no cesan. Al final las cosas salen, y suelen salir bien (y bien surrealistas). Como en esta breve visita a Buenos Aires. Estando en un portal de Palermo, intentando comunicarme con Claudia sin conseguirlo, Claudia pasa por delante de mis narices *Buenos aires= 10 millones de habitantes*. Terminamos en una clase de Tango en Catedral. Claudia me recomienda un espectáculo de teatro comunitario en Catalinas Sur (La Boca). Vamos a verla con Sigrid y Jesús y de ahí a una fiesta de Claudia donde resulta que la compañera de piso de ella es conocida de Jesús. Y así suma y sigue. De las casualidades a las curiosidades, estuvimos conociendo las entrañas de Caballito de la mano de un grupo de amantes de la política y/o la militandia que se escondían trabajando detrás del volante de un taxi.
Lo bueno de aterrizar en la ciudad fue desatar al cuerpo en el baile en distintas noches, en distintas fiestas…

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